En bici por la noche (parte 1)
Anoche me decidí <s>a</s> montar en bici por la ciudad porque antes siempre me gustaba hacerlo cuando <s>hacía un</s> el tiempo <s>muy bie</s>n era bueno.<s> Y finalmente</s> Hace un tiempo primaveral y <s>pero</s> eso <s>se</s> da una buena posibilidad de disfrutar de la ciudad por la noche que es algo fascinante para mí – da igual, cual <s>es la</s> sea la ciudad – mi ciudad nativa <s>o alguna</s> u otraen el extranjero - porque una combinación de la ciudad y de la noche crea un ambiente muy maravilloso. Cuando escribo las cosas así me siento como <s>un</s> el último romántico, pero quizá tengo una parte romántica dentro, que es muy normal y muy común, aunque no lo <s>mostremos</s> suela mostrar.
Cuando crucé <s>por</s> las calles, yo disfruté de los vistas que vi: las calles iluminadas, las plazas llenas de la gente que no <s>tuvo</s> tenía prisa, el rio con todas las reflexiones de la luz, <s>sobre ello </s>¡su luz!, iglesias a media luz, edificios que eran de alguna manera especiales porque no fue posible ver todas sus detalles por la noche. El ambiente fue tranquilo y yo aproveché este tiempo para despejarme, desconectar de todo y volver a estos tiempos cuando estaba haciendo lo mismo – montando en bici pensando en algunas cosas sobre mí y mi vida-. Es como un hábito, que se repite muchas veces a lo largo de los años. El viento, la oscuridad, en bici, la tranquilidad, yo y mis pensamientos. No me falta nada más.
En bici por la noche (parte 1)
Anoche me decidí a montar en bici por la ciudad porque antes me siempre me gustaba hacerlo cuando hacía un tiempo muy bueno bien. Y Finalmente hace hizo un tiempo primaveral y pero por eso se dio una buena posibilidad de disfrutar de la ciudad por la noche que es algo fascinante para mí – da igual cual es sea la ciudad – mi ciudad o alguna otra en el extranjero - porque una la combinación de la ciudad y de la noche crea un ambiente muy maravilloso. Cuando escribo las cosas así me siento como un el último romántico, pero quizá tenga una parte romántica dentro, que es muy normal y muy común, aunque no lo mostremos.
Cuando crucé por las calles (yo) disfruté de las vistas que vi: las calles iluminadas, las plazas llenas de la gente que no tuvo tenía prisa, el rio con todas los reflexiones reflejos de la luz sobre él ello, iglesias a media luz, edificios que eran de alguna manera especiales, porque no fue posible verlos en todos sus detalles por la noche. El ambiente fue era tranquilo y (yo) aproveché este tiempo para despejarme, desconectar de todo y volver a estos esos tiempos cuando estaba haciendo hacía lo mismo – montando en bici pensando en algunas cosas sobre mí y mi vida. Es como un habito, que se repite muchas veces a lo largo de los años. El viento, la oscuridad, en la bici, la tranquilidad, yo y mis pensamientos. No me falta nada más.