De niño era muy tímido y no tenía muchos amigos, me gustaba subir al desván a
leer cuando otros niños hablaban y no me gustaba el giro que tomaba la
conversación. Nunca estaba de ánimo hasta que llegué a la escuela primaria, yo
estuve más animado y charlando más por la emoción que causa la vida escolar. La felicidad es contagiosa.