Yo le recomendaría a cualquiera que viaje a las islas galápagos por lo menos una
vez antes de morir. Es un lugar realmente increíble en cuanto a su
naturaleza. Allí puedes nadar con tiburones, lobos marinos, e incluso con
pingüinos (si tienes suerte), en las aguas más claras que has visto nunca.
También se pueden observar aves hermosas de especies raras que no se pueden
encontrar en cualquier otra parte del mundo. Debes tener en cuenta que no
puedes tocar a ningun animal de las islas sin permiso explícito, porque es
posible que lleves enfermedades del extranjero que les puedan hacer daño, ya que
han evolucionado sin contacto con el mundo exterior.Si eres fan del
trekking, hay muchos volcanes para escalar siempre que te acompañe un
guía especial. La mayoría de los terrenos de las galápagos pertenece a un
parque nacional que está bastante protegido (¡ni intentes tirar basura por el
suelo allí! Si lo haces, te dan una multa muy costosa). Además, la gente
galapagueña es sumanente amigable y les gusta mucho charlar con los que van a
sus tierras de países lejanos. Recuerdo en particular una noche en la que
tuve una conversación muy interesante y larga con un taxista galapagueño acerca
la vida, el viajar y otras cosas. Lo más fascinante que me dijo sobre su
persona era que, aunque tuviera 40 años, nunca se había ido de su isla nativa ni
una vez en su vida entera. Le respondí diciendo: “¿y quien sano lo haría? Si yo
hubiera nacido aquí, tampoco tendría ganas de irme nunca...".