Sé que no parecerá original por escogerla, pero mi serie de televisión favorita sería "The Wire", una serie estadounidense de los primeros años de los 2000. Durante su transmisión original, nunca consiguió una base grande de aficionados, pero los que tuvo se convirtieron en un culto. Aunque no recibió ningún premio como otras series más conocidas, "The Wire" todavía es considerada una de las mejores series en la historia de la televisión. "The Wire" tiene que ver con la vida y las instituciones en la ciudad de Baltimore, en la costa este de los Estados Unidos. Cada temporada trata de una nueva perspectiva, la vida dentro otro sistema u otra institución: la policía, el puerto, el ayuntamiento, las escuelas y finalmente el periódico local. El hilo central que aglomera estos puntos de vista es la guerra contra las drogas y sus efectos sobre la vida cotidiana de la policía. Vemos las realidades políticas que restringen la posibilidad de cambio real en el ayuntamiento. Vemos la presión que crean los ensayos sistemáticos para los maestros en el sistema educativo y cómo los ensayos les fallan a los estudiantes más pobres. Y vemos la dificultad por cualquiera de superar los incentivos institucionales y las burocracias impersonales. En la quinta temporada, el editor del periódico de Baltimore dice a un periodista mientras están discutiendo una serie de artículos sobre las escuelas públicas: "No quiero una seria amorfa que detalle las enfermedades de la sociedad". Fue una crítica que el creador David Simón hizo en chiste dentro del mundo ficcional porque siempre ha sido una crítica frecuente de la serie en el mundo real. A diferencia de la mayoría de las series de televisión, "The Wire" no nos da héroes ni villanos ni situaciones blancas y negras. Nos pide que tengamos la madurez de contemplar temas complejos sin soluciones fáciles, pero para nosotros los aficionados la recompensa vale la pena.