Siempe me ha gustado escribir. Cuando era niña, mi cuarto estaba lleno de cuadernos de historias que escribía. Mis abuelos compraban muchos suministros de oficina para su pequeña empresa, y ellos me permitían sacar un cuaderno cada vez que queria. Sin embargo, la gran mayoría de los cuadernos en mi cuarto estaban casi en blanco. Siempre empezaba una historia, escribía algunos capítulos, y me rendía. Aunque era un desperdicio de papel, dejaba escrito en ese cuanderno, para empezar la nueva historia en otro cuaderno en blanco.
La historia más larga que escribí cuando era niña tenía alrededor de 40 páginas y se llamaba “Te presento a Maggie”. La protagonista, Maggie, era muy parecida a mí. En la historia, ella hacia las cosas que quería hacer yo, como comprar una mascota e ir de vacaciones a una isla. Maggie también empezó a resolver un misterio, pero nunca escribí el fin de la historia. Mientras escribía la historia, llevaba el cuadero a la escuela cada día y dejaba que mis amigas la leyeran. Es uno de mis recuerdos favoritos de la escuela primaria. Sabía que quería escribir muchas historias algún día. Sin embargo, me llevó mucho tiempo aprender a escribir tramas interesantes y terminar historias. Hoy en día, escribo historias mucho más largas que “Te presento a Maggie” y desperdicio mucho menos papel (dado que escribo con un ordenador).