Personalmente cada cual puede aprender el idioma que quiera (faltaría más), de hecho con esta entrada no se presende que nadie estudie esperanto, sino meramente informar sobre algunos hechos curiosos o interesantes de este idioma, las lenguas que cada uno desee estudiar son un asunto personal de cada cual.
Que el esperanto se parezca más o menos a tal o cual lengua resulta totalmente indiferente. El esperanto posee su propia gramática, su vocabulario, en definitiva su propia personalidad y estructura interna. La magia del esperanto consiste precisamente en que aunque aparentemente pueda parecer muy similar a las lenguas europeas, su estructura es más parecida a la del turco, el japonés o el suajili. Por eso tiene ese carácter tan internacional: occidental en la superficie, africano o asiático en la profundidad.
Pero en mi opinión lo que realmente resulta atractivo del esperanto son tres cosas:
1. Lo fácil que resulta aprenderlo, yo logré hacerlo a un nivel básico en un mes, mientras que para conseguir el mismo nivel de inglés o francés necesité varios años.
2. Que aprender esperanto me ayudó muchísimo a aprender otros idiomas, ya que adquirí un montón de vocabulario que era idéntico en otros idiomas, y comprendí las diversas formas en las que puede funcionar la gramática, sin estúpidas excepciones ni lastres ortográficos.
3. Que invirtiendo un esfuerzo mínimo me abrió las puertas a conocer e interactuar con cientos de personas en todo el mundo de todos los países y culturas con los que me comunicaba en igualdad de condiciones ya que ellos también al igual que yo habían tenido que aprender el idioma. De manera que a diferencia de cuando hablo en inglés o francés con un nativo y siento que estoy en desventaja, con el esperanto ambos sentimos que estamos al mismo nivel.