Tengo tres
niños y cada uno tiene sus peculiaridades en cuenta de la comida. A mi hijo
grande le gusta comer patatas, huevos, hongos, verduras y platos salados. No le
gusta tomar pollo, tortitas y plátanos. En cambio, el pollo es la carne favorita
de mi otro hijo. A él no le gustan huevos, hongos y verduras, pero le gusta
comer tortitas y plátanos. Mi hija solo sobrevive de leche, chocolate, pan con
salami, tortitas y todas las cosas dulces. Solo come un poquito de zanahorias,
manzanas y otras frutas. Verduras la repelen. Explicarle “¡Mira, el brócoli parece arboles en miniatura!” no hará que quiera
comerlo. Podéis imaginar que cocinar por los tres niños no es fácil. Preparar platos que sean ricos y sanos al mismo tiempo y
que todos mis hijos comen es un desafío cotidiano para mí. “¿Qué debo preparer
hoy?” es mi cuestión fundamental. Al menos tengo algunos trucos para resolver
mi problema diario.
1. Cortar verduras en
trozos pequeños.
2. Triturar sopas y salsas
con muchos verduras.
3. Hacer pasteles
dulces con verduras como zanahorias y
calabacines. Lo creáis o no, pero pastel con chocolate y chucrut es delicioso (https://es.nctodo.com/easy-chocolate-sauerkraut-cake-recipe).
La regla más importante es: nunca pierdas la esperanza. Un día ellos comerán normalmente
como todo el mundo. Los niños tienen que probar alimentos
muchos veces (hasta 15 veces) para acostumbrarse al gusto. Es normal que los niños prefieran alimentos dulces y le rehuyan alimentos
amargos debido a que en la naturaleza las frutas dulces son inofensivas, pero las plantas amargas podrían ser tóxicas.