Trabajo como voluntario en un refugio de animales cada domingo desde hace tres años. Cuando era niño, tenía perros, y ahora tengo dos gatos. Como tal, me ofrecí como voluntario para ayudar con los perros o los gatos. Sin embargo, el refugio necesitó voluntarios para cuidar a los animales pequeños -- los conejos, los cuyes, y, de vez en cuando, las chinchillas. Entonces, aprendí a cuidar a esos animales. Sigo haciéndolo después de tres años porque me pone feliz y, cada domingo, tengo ganas de pasar tiempo con mis «amigos» peludos.