Miquel de Unamuno dijo “La muerte no es el mayor temor que tenemos; nuestro mayor temor es tomar la decisión de ser valientes. Es por eso que la vida es tan dura." Necesitamos una fortaleza innegable para enfrontar los dilemmas, pero el obstáculo más acuciante puede ser la muerte.
Cuando tengamos el coraje de abordar las decisiones peliagudas, tendremos el poder de triunfar sobre los desafíos inesperados. Por ejemplo, durante la pandemia, una escasez de los ventiladores forzaron las decisiones insoportables para repartir los recursos limitados. De la misma manera, durante un tiroteo, una misma puede tomar la decisión de intervenir para que los demás puedan sobrevivir. Los supervivientes del avión de Uruguay que estrelló en 1972 en las montañas de Los Andes enfrentaron un dilemma ético entre la existencia y la supervivencia. En esta situación, la muerte fue la decisión fácil y la lucha por supervivencia caracteriza su resiliencia y valentía.
Sin embargo, la muerte es un desafío insuperable para aquellos que temerse el fin de su vida, lo cual puede ser más abrumador que una decisión dura. Por ejemplo, la mayoría de los recursos financieros en numerosos países desarrollados son dedicados de prolongar la vida durante las etapas últimas de vida. Por algunos de estos pacientes, los temores subyacentes motivan las decisiones médicas, lo cual puede acarrear más sufrimiento sin un beneficio tangible para la calidad de la vida. Igualmente, los seres humanos siempre tenían una obsesión con cuentas de la muerte y la vida anterior, mostrando el poder de la incertidumbre de las vidas efímeras.
No hay certeza en la vida excepto la muerte. Sin embargo, podemos temer a la muerte no por la muerte misma, sino más bien por lo desconocido que existe en la vida después de la muerte. No obstante, el coraje es necesario para asumir las decisiones que tomemos y para poder aceptar la muerte.
