Una vez vivía en un casa donde había un perro. Yo intenté bañarlo. No sé por qué la señora nunca duchaba al perro.
En la primera planta vivía una señora muy amable y su perro siempre jugaba en el jardín que rodeado el piso de nosotros. Cada día cuando yo iba a la Universidad, nos encentrábamos delante de la puerta del patio. El perro corriendo hacia mí rapidísimo, saltaba y abrazaba mis piernas muy fuerte con todo el cariño. Era tan amable, yo no pude rechazarlo. Pero su pelo era tan sucio como un mopa que había limpiado el suelo. Me parece que el nunca se duchaba. Quise preguntarle a la señora, que por qué no duchaba a su perro. Un día yo intenté bañar al perro, al lado del jardín en el patio había un grifo. ¡Pero, qué sorpresa! No había agua. No podía coger al perro hasta la tercera planta que yo vivía. Quizás hasta hoy no se ha duchado. Qué horrible.