Había una vez, tocaba el violín. Estaba en la escuela primaria y necesitaba ir a una cercana escuela secundaria porque no había profesores de música en mi escuela. En mi camino, siempre pasé un McDonald's y compré papas fritas. Tocar el violín era muy difícil. Yo sonaba como un gato moribundo. Y mis padres me gritaron a detener jugar. Entonces no practicaba mucho y siempre jugaba el violín segundo o tercero violín. Seguí jugando porque podía parar en McDonald's para comprar papas fritas. Podría comerme esas papas fritas como un verdadero prodigio.